viernes, 24 de febrero de 2012

¡¡¡ UN PINGUINO SE METIO EN LA ROSADA !!!


A pesar de que estamos en pleno invierno, acabo de despertar sofocado por el calor y, aunque en casa me apodan "barco nuevo" (porque hay que empujarme para meterme en el agua), mis instintos -más adelante comprendrán porque me refiero a estos impulsos que compartimos con el reino animal- me llevaron directamente hacia la bañadera con la finalidad de refrescarme.
Tras chapucear un rato, tuve que abandonar mi baño de inmersión pues me dio hambre. Pero en vez de ir a prepararme el café con leche con tostadas, como hago habitualmente, sentí la imperiosa necesidad de dirigirme hacia la heladera y, una vez allí, "devorarme", y no estoy exagerando al emplear este verbo, el pescado crudo que mamá había congelado en el freezer.
Más tarde, cuando me disponía a bañarme nuevamente me contuve al recordar las palabras del gran filósofo griego Heráclito, quien sostuvo que "uno no puede sumergirse dos veces en el mismo río porque las condiciones varían; no sólo las aguas no son las mismas sino que uno tampoco es el mismo ya que todo fluye y se modifica constantemente". Sin embargo ,contradiciendo a este pensador presocrático, y a mí mismo, pues bañarme dos veces en el mismo día es casi una misión imposible de cumplir, a los pocos instantes me hallaba otra vez dentro de la bañadera.
Si hasta aquí lo sucedido me había causado cierta extrañeza, mi sorpresa fue mucho mayor cuando al incorporarme e intentar secarme con el toallón, observo que quien aparece reflejado no soy yo, Kikito Dulce, sino un simpático pinguino. De más está aclararles que ante este cambio de imagen corporal, me sentí más sorprendido que Julio Cobos en medio de una muchedumbre que festeja "el día de la lealtad".
Como cualquier ser humano, aunque ahora esta condición estaba en duda, al ser desbordado por una realidad que no comprende, me refugié en la filosofía y sus preguntas más primitivas, para poder aclarar mi situación. ¿Quién soy yo? ¿Qué hago aquí? ¿Qué es lo que me rodea? -eran algunas de las incógnitas con las que empezó a jugar mi mente.
Las respuestas a mis dudas no aparecieron, pero sí se fueron agregando nuevos interrogantes algo más sofisticados que, tal vez, ninguna otra persona se los haya planteado antes. ¿Será que el exceso de agua fría sumado a la ingestión de pescado me ha transformado en un pinguino? ¿O se tratará de un sueño terrorífico del que aún no he despertado similar a aquel que tuve cuando mi gato me arañó y, en mi pesadilla nocturna, se transformo en un tigre?.
Tratando de ordenar el caos de mi pensamiento, me puse a cavilar sobre el espejo que, a primera vista, se presentaba como el primer responsable de mi cambio de personalidad. De arranque nomás, deduje que este objeto debe estar fallado o descompuesto. Pero justo en el preciso instante en que lo iba a hacer añicos de un martillazo, recordé el refrán que dice: "quien rompe un espejo tiene siete años de mala suerte", y me contuve.
Inmediatamente, mi psiquis abandonó el tema del reflector para centrarse en la cosa reflejada, en este caso, un pinguino. Un aluvión de incógnitas invadieron mi cerebro. ¿Hay algún animal que se modifique al mirarse al espejo? Uno de ellos podría ser el camaleón, ¿o acaso alguien puede decirme con seguridad de que color se ve reflejado en el espejo?. Otro podría ser el gorila, ¿no se asustará el espejo e intentará agacharse al ver, por ejemplo, a Beatriz Sarlo del otro lado?. ¿Qué función cumplen los espejos en las casas habitadas por personas no-videntes? Estarán de acuerdo conmigo que allí están al pedo como cenicero de moto, bocina de avión o legisladores PRO de la ciudad. ¿Será verdad, como dice mi compañerito el flaco Yono Komo, que en el idioma chino al espejo se lo denomina Aitoiyo? ¿Es cierto que el espejo, como las personas sin vida interior, va perdiendo su atractivo a medida que envejecemos? ¿El hombre creó al espejo, como Dios a los hombres, a su imagen y semejanza?
Como ya estaba empezando a delirar, decidí dejar de lado estas elucubraciones espontáneas que me iban surgiendo, y me concentré, una vez más, en la filosofía y la literatura.
Mi teoría es que, desde que Narciso se enamoró de sí mismo al observar su imagen reflejada en el lago, el ser humano no dejó de investigar las posibles maneras de elevar su autoestima ... hasta llegar a descubrir al objeto supremo que satisface todas sus expectativas: el espejo.
Si hacemos un repaso por algunos cuentos infantiles y la literatura universal, cuyas raíces más profundas siempre se hunden en la filosofía, nos encontramos, por ejemplo, con dos relatos esclarecedores:
- La Cenicienta:
En pocas palabras, la historia puede resumirse en que la reina, a travès de lo que le comunica su espejo parlante, se siente la mujer más hermosa del lugar. Hasta que aparece la Cenicienta y la destrona.
- El retrato de Dorian Gray:
En este texto de Oscar Wilde, su protagonista también se "apodera" del espejo en beneficio propio y para dar rienda suelta a sus bajos instintos pues, cada vez que comete un delito, las huellas no aparecen en su rostro sino en el de la persona que está del otro lado del vidrio.
De repente, mientras repasaba la historia del espejo, para ver si podía aclarar porque me veo como un pinguino, mi madre entra en escena. ¡Nunca me puso tan contento que ella me cague a pedos por haber dejado todo mojado el baño o por haberle robado la comida de la heladera! Su reacción significaba que todo volvía a la normalidad.
Tuve ganas de gritar:
- "¡Espíritus malignos, no se apoderen de mí que soy Kikito! .
Pero no dije nada para "no levantar la perdiz" ni para despertar al pinguino que hasta hace instantes se había apoderado de mi cuerpo.
Pude corroborar que la pesadilla había quedado atrás, al subir al micro escolar que todos los días me acerca a la escuela, y ser recibido por mis compañeritos con el apodo que cariñosamente me endilgaron:
- "¿Qué hacés, budín de pan?" (que significa que me hicieron para no tirar la leche).
En el Normal 11, por desgracia, viví un día común y corriente. Los alumnos más pequeños, seguían aprendiendo a leer y escribir con textos ridículos y mentirosos, como aquellos que contienen frases del tipo: *Mi mamá me ama* o *Papá fuma su pipa*.
A mí me hubiese gustado iniciarme en la lectoescritura con temas más trascendentes, como: la crisis europea, la salud del compañero Chávez o el segundo mandato de Cristina. Pero ...¡esto es lo que hay! Parece que los libros escolares los editara el multimedio Clarín.
La puta madre! Empecé a hablar de los gorilas y me fui por las ramas. Así que voy a retornar a mi relato de suspenso.
Al regresar a casa, prendo la televisión y sintonizo un noticiosos que está repitiendo la asunción del mando por parte de Néstor Kirchner. ¡Y qué lo parió! Reaparecieron los hechos insólitos. La multitud reunida en la plaza de Mayo y que entonaba el cántico. "¡Somos los soldados del pinguino!", no eran ni soldados ni humanos, eran pinguinos.
Perplejo, fui hacia el baño a mirarme en el espejo y vi que yo también volvía a ser un pinguino. Sin embargo, en esta ocasión repare en una inscripción a la que nunca le había prestado atención, y que fue la clave de todo este entuerto. La leyenda decía con letra pequeña y algo borrosa:
*Fundación Eva Perón. ¡Volveré y seré millones!*
Raudamente salí del baño y cerré la puerta. Ahora el espejo peronista ya no podía ni enfocarme a mí ni a la TV ... así que todos los que colmaban la plaza volvieron a verse como seres humanos .. y yo también ... aunque en el fondo de nuestro ser nos seguimos sintiendo unos simpáticos pinguinos.

3 comentarios:

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  2. No te preocupes por el presente Kikito, en la adolescencia muchos chicos como vos se vuelven idiotas, es normal. Y por el futuro tampoco, cuando crezcas, si no aprendes nada, seguirás siendo un K mas y listo. Podras seguir juntandote con los Kikitos adolescentes del momento y hacer descerebradamente lo que los K te digan. Creeles todo y seras igual de feliz (o no) que hoy. Eso si, el dia que decidas pensar, preparate para un choque violento con la realidad... Que tengas mucha suerte.

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  3. Jaja, filtras los comentarios! Tipico K-gon.

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