jueves, 4 de marzo de 2010

Gracias, Macri, por defender la salud pública

Estoy profundamente agradecido a la gestión del PRO por todo lo que viví esta semana. Les cuento: por empezar, se suspendieron las clases en mi escuela. Si leyeron mi nota anterior, comprenderán que, según la teoría de Magalí, el colegio estaba todo roto porque Macri, en un gesto de hermandad latinoamericana, ayudó a su amigo Piñera a esconder allí los escombros del terremoto. De este modo, la CN no divulgaría por el mundo imágenes del desastre que hubieran espantado a los inversores internacionales.
En segundo lugar, tuve la satisfacción y la inolvidable experiencia, recuerden que solo tengo 9 años, de conocer por dentro y "en vivo y en directo", la divertida vida de un hospital. Entre paréntesis, parece que los desechos chilenos fueron una enormidad ya que también el Ramos Mejía estaba como bombardeado o "sunamiado", como se estila decir ahora.
Pero vayamos directamente a mis vivencias concretas en el interior de un nosocomio. Como para completar mi legajo escolar me faltaba una vacuna, mamá me llevó al hospital Ramos Mejía. Allí no me la pudieron aplicar porque se habían acabado las dosis. Pero, mi mamá, como buena peronista acostumbrada a la falta de quorum, no se dio por vencida y fuimos a probar mejor suerte al Penna. Lamentablemente no pudimos ni entrar. Es que en la puerta vimos a un grupo de chicos en fila india, con los pantalones bajos y de espaldas a la guardia. Mi mamá se asustó pensando que era un asalto de los pibes chorros ... y huimos despavoridos.
Al regresar a casa, por el noticioso de la TV pública, nos enteramos que esa gente semi-desnuda
no eran más que alumnos de la primaria a los que la enfermera, para ganar tiempo pues estaba trabajando a reglamento, les aplicaba así las inyecciones: uno tras otro "como puñalada de loco".
Y que otros sujetos, en la misma actitud de semidesnudez, se hallaban así porque debían hacerse un examen de orina, pero como eran demasiados, les hacían dejar directamente el calzoncillo para ser analizado.
Hablando de "locos", también me enteré en el informativo que no funciona el Tobar García que vendría a ser el Moyano o el Borda apto para menores de 18. Pero en casa nadie le dio importancia a la noticia porque mis hermanos y yo gozamos de buena salud mental (al menos por ahora porque si uds, los adultos, siguen haciendo cagadas, yo no pongo las manos en el fuego ni por mí ni por mis hermanos).
Al ratito nomás, oímos que había una protesta en el hospital de Quemados porque no funcionaba un quirófano y que el Lagleyze estaba clausurado después de la inundación. Tampoco a mis padres les afectó la notocia pues tanto mis hermanitos como yo superamos ilesos la "guerra pirotécnica" de fin de año (vale decir: sin quemaduras y con los dos ojos en perfectas condiciones).
Sin embargo, otra de las informaciones sí que logró alterar la calma de la sobremesa familiar. Debido a la gran demanda para hacerse atender en los hospitales de la ciudad, para conseguir turno uno debía pernoctar allí. Así que, esa noche, con papá, mientras aguardábamos un numerito, me sentía que estaba viendo en persona "Emergencias Médicas".
Paso a narrarles mis aventuras en el nosocomio:
Una de las cosas que me sorprendieron en las "guardias" nocturnas es que no tenés que preocuparte por "el que dirán" o el "que me pongo". Allí nada importa pues nadie te mira, nadie te saluda, ni siquiera los doctores te prestan atención. Cuanto mucho, si alguna recepcionista observa que ingresás con tu abuela doblada en dos, te dirá sin ni siquiera mirarte: "Siéntese aquí que ya la van a atender". Y podés esperar tranquilo unas 5 o 6 horas que ningún facultativo se interesará por tu dolencia. Yo me pregunto: ¿le podrán drogas a los respaldos de los asientos para que calmen los dolores?
Si uds piensan que exagero con la cuestión de la demora, escuchen esto: una enfermera se acerca a un señor muy mayor que estaba quietito en su silla. Le pregunta: "A ud le veo cara conocida, ¿qué problemita lo trae por aquí?" "Acné juvenil, señorita"-responde el señor.
Para ser equilibrado en mis comentarios, debo reconocer que he advertido 2 cosas positivas durante mi permanencia en el hospital:
1.- Es muy buena seguridad. Fui testigo de que un joven ingresó con un cuchillo atravesado en la garganta y el custodia no lo dejó pasar pues estaba prohibido el ingreso con armas.
2.- El material que los contribuyentes aportamos con nuestros impuestos, no se despilfarra ni muchos menos. He visto salir a una anciana que se había quebrado el brazo con un yeso que decía: "Curate, pronto. Tus amiguitas del jardín, salita rosa"
Sin embargo, las cosas divertidas no finalizan aquí. Siendo aproximadamente las 3 de la mañana, papá me cosiguió una cama vacía (creo que era de un sonámbulo que salió a dar una vuelta). Así que, a regañadientes, me puse a descansar mientras ahí, mientras él continuaba en la fila. De esta forma, pude descubrir que el hospital público es el único lugar donde se enojan si te levantás. En casa, mamá ni los sábados a la mañana me deja descansar pues me hace ir a estudiar inglés.
Además, podés gritar y protestar todo lo que quieras que a nadie le interesa. No es como en casa que mamá nos echa la culpa de que tiene jaqueca por nuestros alaridos. También te traen el desayuno a la cama y casi siempre está frío, así que no te quemás ni tenés que pasártela soplándolo. A veces, las galletitas ya están chupadas y mojadas por otros ...así te ahorrás el trabajo de masticar.
¡Hui! Peligro! ... Se acerca una enfermera con una chata. Mejor me rajo y vuelvo con mi padre a la cola. Les prometo que mañana la seguimos ...

3 comentarios:

  1. A mi me paso una cosa, super real, no virtual
    una vez por esas del destino me internaron
    por un ACV, culpa de un turco malo que cago
    a mucha gente, una de esas a mi, por suerte
    las consecuencias fueron mínimas y con un poco
    de rehabilitación quedé al 99%, pero vamos a
    lo sucedido, como todo sabemos en las salas
    hospitalarias dicen por ej. traumatología pe-
    ro ahí van cualquiera, había operados de
    hemorroides, uno con dos balazos, accidenta-
    dos y yo, una noche tenebrosa empesaron a sa-
    lir cucarachas por doquier cual festín roma-
    no en honor a Baco, las había equilibristas,
    saltarinas. voladoras, si señores cientos de
    artístas insectivoras, hasta que una le en-
    tro en el yeso de una pierna quebrada, no se
    imaginan lo que fué, mientras tanto ni en-
    fermeras ni nada, se ve que estaban en otro
    hospital, los que se podian mover fueron los
    héroes esa noche, por sipuesto se salvaron
    unas cuantas ya que se metian en las paredes
    descascaradas a propósito para mejorar la
    decoración sin pintura y chorreadas por go-
    teras que realidad eran cascadas de colores
    cálidos para un ambiente frío, dos veces se
    cayeron paneles de yeso del techo, pero se-
    guramente fué a propósito para mantenernos
    despiertos y poder escuchar un compresor que
    no paraba nunca.
    Hoy recuerdo con alegría, las distintas
    maneras que aprendí a putear a funcionarios.
    y aún los sigo puteando para no perder la
    costumbre nada más.

    Saludos!

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  2. Querido Roberto: para que la evocación de aquellos tristes sucesos no te produzcan una recaída, y menos ahora que si no tenés una prepaga sos "hombre mueto", te voy a contar una moraleja donde participa tu cucaracha. Resulta que ésta le dice a un zángano:
    - "Anoche me echaron un polvo que casi me mata"
    - "Y claro -respondió él. Tenés que tener cuidado. Para mí coger es la muerte".
    Y una polilla que escuchó el diálogo, comentó:
    - "Yo estoy tranquila porque en el diario dice que aumentó la naftalina". Y los otros dos insectos, al unísono le responden:
    - "Idiota ...aquí dice que aumentó la nafta, no la naftalina".
    MORALEJA: no te conviene contraer el sida en esta época porque en el Muñiz no te van a dar bola.

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  3. Macri es un sore**. Mala gente.
    Pero ademas demostro, como politico, ser un ignorante.
    Hace rato que no veo una figura de este calibre haciendo politica.

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