lunes, 4 de abril de 2011

ELECCIONES 2011: K-K (Kristina y Kikito) vs. M-M (Magnetto y Mierdas)


Apenas los gorilas se enteraron que en los pasillos de la Rosada se mencionaba mi nombre como probable vice de Cristina, las bandas armadas de Magnetto me secuestraron con la misión de hacerme un lavado de cerebro para convertirme en un nuevo Cobos.
Si bien estaban todos encapuchados, por su tonada cordobesa, me pareció distinguir a Alfredo Leuco, por la boludeces que decía, a Majul y, por la humareda reinante, a Lanata.
Entre paréntesis, me gustaría que esta acusación llegue a los oídos de Leuco así se defiende y victimiza en su programa de TV ... y me hace famoso. ¿Recuerdan cuando el bloguero Lucas Carrasco escribió en broma que iba a ir a pegarle a la puerta del canal y el asunto tomó tanta difusión que hasta llegó a ser tapa de Clarín?
Pero volvamos al tema. Los hechos sucedieron de la siguiente manera: yo iba caminando a paso lento rumbo al cole, haciendo caso al cartel que indica =Despacio, escuela= , cuando abruptamente de un Falcon verde descendieron tres mafiosos y, por la fuerza, me obligaron a subir con ellos al
auto. Allí me vendaron los ojos y como yo empecé a gritar "desesperado como gaucho en moto", uno de los cacos me acercó algo a la nariz que me dio arcadas y que casi me hace vomitar. En ese momento pensé que era la vianda que Macri nos da en el Normal 8 pero, más tarde, las autoridades policiales me informaron que, aunque causaba efectos similares, no se trataba de comida del PRO sino de un narcótico denominado Cloroform.
Sigo con el relato. Tras varias horas paseándome por algunos sitios de la ciudad, estoy seguro que era por el norte ya que no había baches como en Parque Patricios, arrivamos a una casa que después supe que era la mansión de Magneto que se está empleando como bunker para el gorilaje.
Y allí se iniciaron las sesiones de tortura tratando de convencerme de las bondades del magnetismo. El primer verdugo que intervino, insultándome mientras me pegaba con su cinturón, era el mismísimo Leuco. Para mi la sesión duró una eternidad. Y así comprobé que es verdad la frase que sostiene que "los momentos felices pasan rápido y los tristes duran un mntón". Y, por supuesto, tras el sufrimiento me quedaron graves secuelas tanto físicas como psicológicas. ¡Cómo será que ahora apenas escucho a alguien "hablar en cordobés", los moretones se me brotan solos!
Pero como a lo macho me banqué los apremios de Leuco, en
segundo lugar introdujeron a la Bullrich en la sala de torturas, a quien enseguida reconocí por su aliento a vino. Se ve que ella no se quería ensuciar con mi sangre pues no me pegaba directamente sino que me revoleaba lo que tenía a mano. Así recibí un botellazo en la cabeza y un "vasaso" en el estómago.
Hasta que doña Ernestina se apiadó de mí (como parece que lo hace con todos los hijos en cautiverio), y le recriminó a "la piba" del ARI:
- Pato, ¡qué poca formación política que tenés! En vez de tirarle cosas a Kikito, tenés que hablarle y tratar de convencerlo"
- "Imposible, jefa. Yo no tengo facilidad de palabra, sólo tengo buena puntería"
- "Eso será cuando estás sobria ... ahora no embocás ni una ... Así que mejor dejá tu puesto a otro colaborador. Aparte, si bien nosotros construimos nuestro imperio en base a fuego y sangre ya no soporto ver ni una gota de sangre. ¿Por qué te crees que no dejo que le tomen una muestra a Marcela y Felipe?".
Al instante, "firme como rulo de etatua", apareció el gangoso y chupamedias de Marcelo Bonelli. Inmediatamente, siguiendo las indicaciones de Ernestina, se puso a leerme las catastróficas noticias que ese día publicó Clarín y, lamentablemente, no pude resistir más tanto dolor y accedí a firmar un documento donde le vendo el alma al monopolio.
Al final, como decía Serrat, "golpe a golpe y verso a verso", Clarín se apoderó de mi voluntad.
Si no se aburrieron con mi relato y aún lo están leyendo, les comento como fue mi rescate. Mi compañerito el narigón "ladrón de oxígeno", gracias a su olfato, y sin tener nada que envidiarle a los perros sabuesos de la policía, siguió mi rastro desde la puerta de la escuela donde había sido "levantado" hasta la casa de Magnetto en Barrio norte. Eso sí, me da un poco de verguenza confesarlo ... mi amigo no logró localizar mi paradero siguiendo el olor de mi ropa sino por el pis que me iba haciendo encima desde que me subieron al Falcon verde.
Así fue como, parafraseando a las crónicas policiales, fui rescatado "sano, salvo ... y pillado".

4 comentarios:

  1. me alegra que te hallas salvado kikito pero realmente que tortura!!!!y le vendiste tu alma al monopolio???:( triste,triste

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  2. uh...y qué será ahora de Kikito. A mí me pasó una cosa parecida la semana pasada:
    Me fueron a buscar a mi casa unos tipos que llevaban máscaras de Perón. Yo supuse que eran peronistas y les abrí la puerta para comentar las virtudes del Peronismo Clásico y generar un espacio de debate sobre la tercera posición. Ni bien abrí, se metieron con fierros y me ataron a una silla. Se sacaron las máscaras. Ertan Nelson Castro, González Oro y Pepe Eliaschev.
    Inmediatamente cuando les pregunte: "¿Qué pretenden de mí, señores?", emulando a la gran Isabel Sarli, se bajaron los lompas y me mearton encima. Después se fueron con las braguetas abiertas.
    ¡Un olor a pis hay en mi casa! ¡Pasó una semana y no lo puedo sacar, todavía!

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  3. jajjaa, muy bueno, me cague de risa mal

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  4. Ya te vuá' garrar a vó!!!

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    La moderación de comentarios, jode.

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