miércoles, 6 de enero de 2010

EL ARBOLITO DE NAVIDAD

Con mi hermanita, todos los días ocho de diciembre, armamos el arbolito. Como a veces mamá está atareada haciendo otras cosas y no puede ayudarnos, no lo hacemos ese día ... lo hacemos el 24 que, total, es múltiplo de 8.
Igual siempre llegamos a tiempo para la nochebuena y para recibir los regalos de papá Noel, que es cuentapropista y no una sociedad como la de los tres Reyes Magos.
Al pasar, les digo: ¿será verdad que cuando nació Jesús, José exclamó: "Uy ... esperábamos una nena!". Puede ser: en esos tiempos todavía no se había inventado la ecografía.
Ahora ¿qué tal si pasamos a algunas anécdotas navideñas? Recuerdo que un año éramos tantos alrededor de la mesa que al pan dulce hubo que rallarlo para que alcance para todos y que, como se estaba terminando la garrapiñada, los invitados se agarraron a las piñas. En síntesis, el 23 armamos el pesebre; el 24, el arbolito y el 25, un lío bárbaro.
En otra festividad colocamos un árbol de Navidad con cuatro luces que se apagaban y prendían. El toma corriente andaba mal, así que yo me divertí un montón: era el que lo enchufaba y desenchufaba. Lo hice tan bien y parecía tan real que hasta Fredo, nuestro perro, se ensartó varias veces y estuvo a punto de provocar un cortocircuito.
Además, todos los años recibimos tarjetas de congratulaciones. Aquí transcribo algunas:
- "Su barrendero les desea felices fiestas. Tercer aviso".
- El tío Lucas recibió una docena de cervezas, enviadas por la fábrica donde trabaja, con una tarjeta que decía: "¡Felicidades! ... y rogamos devolver los envases".
- La tía Susy también obtuvo una tarjeta deseándole felicidades. Esa misma noche se peleó con el novio. Al otro día, la echaron del trabajo y, al siguiente, la pisó un auto. Ahora la tarjeta está yendo al psicólogo.
PD: Al tío Copete, como dice que tiene de todo, le regalamos una alarma antirrobo.

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