domingo, 10 de enero de 2010

Los Reyes Magos

En la última nota me referí al tema de Papá Noel y podría afirmar que, con los Reyes Magos, pasa algo parecido. Vale decir que, cuando somos pequeños, e instigados por los adultos, creemos en ellos; pero, de a poco, nos vamos desengañando hasta llegar a la verdad. Sin embargo, en el caso de los Reyes, la parafernaria es mucho más grande. Tan es así, que recuerdo que cuando me contaron por primera vez la historia, que incluía el agua, el pastito, los zapatos, creía que se trataba de un cuento tipo "Caperucita" que nos leía la seño, o de una película de Spielberg, que una vez vi con la abuela.
Por otra parte, este relato conlleva una mala enseñanza: para que te dejen buenos regalos, los tenés que sobornar a los Reyes y a sus camellos con un montón de atenciones. A las pruebas me remito: en una ocasión, Lucila quedó rechocha porque los Reyes le habían traído una Barbie veterinaria, que era lo que ella ansiaba. Su primer comentario fue: "¿Así que me la trajeron porque les dejé agua y pasto? ¡Te imaginás lo que hubiera recibido si además les dejaba un chocolate!".
Además, para un niño pequeño es bastante engorroso entender como funciona la cosa. En estos tiempos de inseguridad, por ejemplo, mi prima Mari no quiere dejar sus sandalias en la ventana por temor a que se las roben. A mi amiga Sol le describieron con lujo de detalles el aspecto físico de cada uno de los Reyes: " uno es joven y de pelo largo, otro es negro y usa turbante y el tercero lleva una larga barba". Y ella reaccionó, comentando: "¡Mejor no quiero que vengan esos muchachos!".
Cuando los chicos descubrimos toda la verdad, a nuestra manera, nos vengamos de las mentiras y de los miedos que los grandes nos hicieron pasar. Me viene a la memoria una historia acontecida en la casa de los abuelos. Tomás a cada rato decía en voz alta: "A los Reyes les pedí una moto". Yo le dije que no gritara más porque los Reyes no eran sordos, y él me respondió: ¡Pero el abuelo, sí!".
Finalizo la nota, indicando que también entre la gente adulta se dan acontecimientos insólitos, vinculados a los Reyes. Cuenta la leyenda que una señorita va a hacerse atender por un ginecólogo. Tras revisarla, se produce el siguiente diálogo:
- El doctor: "Tengo una noticia para darle a su marido".
- Paciente: "Soy soltera".
- El doctor: "Entonces la noticia es para su novio":
- Paciente: "No tengo"
- El doctor: "¿Algún amigo?"
- "Tampoco".
Entonces el médico se incorpora de su silla y se pone a mirar por la ventana. Extrañada, la chica le pregunta que hace. El médico le contesta: "Es que hace 2000 años pasó algo similar, y aparecieron los Reyes ... y en esta ocasión no me los quiero perder".

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