viernes, 8 de enero de 2010

mi oficio de escritor y humorista

Probablemente más de uno se preguntará por qué un niño tan pequeño como yo se ha puesto a escribir. Y yo les repregunto ¿por qué no? ¿Acaso los adultos tienen más sensibilidad que nosotros?
Si uno de nosotros se enoja, romperemos la paciencia hasta que nos den bola; si estamos tristes, lloraremos con todo el cuerpo y a los gritos pelados; si estamos contentos, haremos más manifestaciones de euforia que perro con dos colas. Es que aún no estamos anestesiados como uds.,
que todo les da igual. Además, podemos comprender mejor el mundo porque lo vemos desde varios lugares: parados, arrodillados, corriendo, subidos a un árbol.
Lo que estoy manifestando ya lo sabían los grandes creadores como Picasso, por poner un ejemplo, quien afirmó: "Uno para poder crear se debe desprender del adulto y ver con los ojos del niño, que es el mejor artista".
Pero, dejando de lado la cuestión filosófica, creo que me puse a escribir para estar ocupado en algo.
Si no estás haciendo nada, en casa enseguida te encuentran una taea. Entonces descubrí que es mucho más aliviado sentarse a pensar, munido de una lapicera y un cuaderno, que limpiar la cocina, acomodar tu cuarto o ir al supermercado chino.
Si a alguien le queda alguna duda de que un chico de mi edad pueda tener estas brillantes ideas que estoy exponiendo en este blog, le diría: primero, que no me compare con como era a mis años y, segundo, que recuerde que existe Internet, gracias al cual se accede de un pantallazo a todo tipo de información.
También quiero que sepan de donde surge mi faceta humorística. Yo soy cómico desde la cuna. Al nacer, papá exclamó: "Este con esa cara va a hacer reir a más de uno". Hoy en día, mi táctica para tener éxito en el humor, es la siguiente:
- Escribo junto a los mejores libretistas del mundo ... aunque ellos no lo saben.
- Para hacer reir hay que tener buena memoria para acordarse de los chistes ...y rogar que los demás no la tengan.
- Evitar los cuentos muy viejos ... esos que Cain le contaba a Abel antes de enemistarse.
- No hay que hacer chistes a costa de un amigo ... sobre todo si el chiste no es mejor que el amigo.
Lo malo que tiene ser un humorista es que en cualquier situación te piden que cuentes un chiste. Vendría a ser lo mismo que si cada vez que lo encontramos al carpintero le pedimos que nos haga un banquito. La gente también pretende que uno siempre esté alegre. Son capaces que, si te reconocen caminando por la calle, comenten: "Ese que va allí es el famoso cómico X". "Bah ... a mi no me causa ninguna gracia".
Voy a ser sincero y les voy a confesar a mis lectores, que no emplearé ningún artilugio para mantenerlos atados a la pantalla. No voy a hablar de sexo explícito ni a decir malas palabras. Tampoco emplearé el viejo truco de Scherezada que fragmentaba el relato en "Las mil y una noches" para mantener el suspenso. Mis informes, entonces, no serán muy buenos pero, al menos, serán limpitos y empezarán y terminarán el mismo día.
Para culminar, me gustaría aclarar que el humor se hace siempre en contra de algo. Y como yo no puedo defraudar a
mis padres que confiaron en los Kichner y en Kikito, mi dardos irán dirigidos contra la oposición. Así que, a partir de ahora, ¡gorilas, abstenerce!

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