domingo, 10 de enero de 2010

Papá Noel

Recuerdo que felices eran mis primeros años de infancia cuando creía en Papá Noel: ese abuelo bueno, barbudo y gordinflón que nos traía regalos. Aunque, a decir verdad, como vivía en un barrio pobre casi no recibía obsequios, así que cuando empecé a dudar, no era tanto sobre si existía papá Noel, sino si yo existía para papá Noel.
Un año, en mi familia no había ni un mango, así que papá salió al patio, hizo dos disparos al aire y volvió, exclamando: "¡Se suicidó Papá Noel!".
Pero no debo ser desagradecido pues algunas cosas recibía para las fiestas, mas no era lo que yo pretendía. En vez de juguetes, me dejaban ropa.
La ilusión hacia Papá Noel la fui perdiendo no sólo porque me sentía defraudado en mis deseos sino por algunos comentarios de mis padres:
- Una vez me dieron una ojotas que no me iban. Me prohibieron usarlas porque las iban a cambiar ¿Cómo sabían donde las había comprado Papá Noel?".
- Cuando les pregunté cómo hacía Papá Noel para repartir tantos chiches en una sola noche, me contestaron que él venía del polo norte, donde las noches duran seis meses.
Otras dudas tenía: ¿de dónde saca el dinero?, ¿cómo se mete en las casas si están todas enrejadas?, ¿cómo hace para volar?. Pero lo que más ayudó a desacreditarlo fue que comencé a descubrir que los adultos mienten en cosas mucho más importantes. Entnces, ¿por qué no iban a mentir con la cuestión de Papá Noel?.
Sin embargo, mis dudas hacia la existencia de Papá Noel se disiparon del todo cuando Tomás, que es demasiado zurdito, como diría la diva, me explicó que esta creencia es una leyenda que, como todas las cosas inútiles, las inventaron en el primer mundo. Según la misma, si no nos portamos bien y hacemos lo que ellos quieren, Papá Noel junto con el tío Sam, te manda, en vez de triciclos o bicicletas, los tanques para que juguemos nosotros y se diviertan ellos. Los tanques de guerra vendrían a ser el medio de transporte que utilizan los yankis para visitar a los países no tan amigos.
También mi hermano me contó que Papá Noel tiene una multinacional en EE UU, desde donde comercializa los juguetes que por pocos dólares hacer fabricar en Taiwan. Y no sólo eso. Parece que la empresa la heredó de sus antepasados, de los Noé, que ya no figura en la guía telefónica pero sí en la Biblia. Fue el único comerciante que salió a flote cuando todos se hundieron tras uno de los tantos diluvios financieros.
PD: Muchos aún creen en Papá Noel y en el capitalismo del tío Sam. Piensan, ingenuamente, que ellos nos van a traer obsequios, bienestar y felicidad. Pero es sólo una ilusión, un lindo cuentito para mantenernos contentos un rato. ¿Papá Noel vendría a ser como los primeros meses de cada nuevo gobierno?

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